Jacinto Sánchez Bayo

Toros en Candelario, Dibujo de Sanchez Bayo
Casi no haría falta presentar, en Candelario, a Jacinto Sánchez Bayo: los apellidos delatan su paisanaje, pese a su ascendencia alcarreña, pese al filtro cortesano de quien vive pró­ximo a esa plaza mayor de las Españas que es la Puerta del Sol. Pero sí es obligado, por otra parte, que alguien abra la batipuerta de este cuaderno en el que se han apartado ocho dibujos sobre  temas taurinos de Sánchez Bayo, que hoy, esa institución, ya memorable, que es el Arca de  Noé, hace salir al ruedo de la pública curiosidad.
Dice Sánchez Bayo -lo hemos leído en algún papel-, que no tiene preferencias en cuanto a la elección del toro de lidia; a él le basta que sea bravo, proceda de donde proceda. Sin embargo, en la breve muestra que presentamos, en cuatro de sus obras, el ambiente es Candela­rio y, por ello, columbramos próximo un paisaje que, sin duda, es entrañable a Sánchez Bayo: la dehesa boyeriza donde, en el estío, en sus valles tendidos a poniente, pace el ganado machorro. La gracibilidad de trazo en el dibujo de Sánchez Bayo, no impide que, en esta ocasión a nuestro juicio, asome el toro charro, al igual que la aldea charra y los hombres sencillos de estas tierras, y las mujeres, y los zagales y las mozas que encienden el rojo farolillo de sus  amores jóvenes a la sombra de los copudos castaños que nos cedieron el nombre del lugar
En los cuatro restantes dibujos, Sánchez Bayo, con un regusto clásico, se torna trascendente para fijar nuestra atención en esos instantes fugaces de la airosa revolera, el pase natural, la suerte de banderillas o de varas, en los que parece como si la inteligencia alejara a la muerte, con ese suave y misterioso tremoleo del paño rojo en las manos del torero, en tanto que allá en los fondos, en los llamados tendidos, la multitud expectante sabe ver lo que está ocurriendo. porque vibra en ella todo el sentimiento, ancestral y eterno, del mítico sacrificio que tiene por escenario el ara de la dorada arena del redondel. Y ello es, lo quiera o no Eugenio Noel, porque allí aletea el espíritu colectivo de la raza; de lo español en perpetuo motín entre lo castizo y le europeo.
Mal maestro sería Jacinto Sánchez Bayo, si en la difícil asignatura de la belleza que plas­ma, no se sintiera discípulo fiel del pueblo llano que la crea.

Madrid, julio de 1985.
Una semblanza sobre el pintor por Ceferino García Martínez (Garci-Mar) Académico de número de la Iberoamericana y Filipina de Historia Postal
 Carpeta Homenaje al pintor de Candelario Jacinto Sánchez Bayo. Patrocinada por "EL ARCA DE NOE"


Comentarios

Entradas populares