Momentos de Candelario


Hoy abrimos una nueva sección en el blog, para rescatar los momentos en que Candelario aparece en libros de todos los tiempos, novela, historia, poesía, etc. Comenzamos con un momento de los sucesos ocurridos en Madrid  el 19 de Marzo de 1808, que precedieron al levantamiento popular del 2 de Mayo contra el invasor francés. Extraído de "Memorias de un setentón, natural de Madrid" de Don Ramón de Mesonero Romanos
Nota:(1) "tener en cuenta que en esta fecha todavía no estaba aplicada la división administrativa en provincias como la conocemos hoy; copiadas del departamento Francés"


Cuando nos hallábamos todos más o menos místicamente entregados a tan santa ocupación, vino a interrumpirla un desusado resplandor que entraba por los balcones, una algazara inaudita que se sentía en la calle, unos gritos desentonados, formidables, de alegría o de furor.

¡Viva el Rey! ¡Viva el Príncipe de Asturias! ¡Muera el Choricero! Estos eran los que sobresalían entre las roncas voces de aquella muchedumbre desatentada. No hay que decir que todos los balcones se abrieron y llenaron de gente, que con vivas y apasionadas aclamaciones respondían a tal algazara, agitaban los pañuelos, y con las palmas de las manos, con clarines y tambores de Navidad, reproducían hasta lo infinito aquel estallido se entusiasmo popular.

Para mis hermanos y para mí, todos de tierna edad, aquello era un espectáculo admirable, aquellas voces, aquellos instrumentos, aquellas carreras, aquellos hachones de viento, hacían nuestras delicias y producían en nuestros sentidos acaso la primera emoción profunda e indeleble. A mí, sin embargo, algo se me indigestaba en aquel vocerío, y este algo no era otra cosa sino el grito que sobresalía entre todos de ¡Muera el Choricero!

-Pero, padre (pronuncié al fin, dirigiéndome a su merced), ¿por qué dicen que muera el choricero? ¿Que mal les ha hecho el pobre Peña para querer QUE SE MUERA?

Y decía esto con alusión al honrado fabricante extremeño(1) que surtía la casa, y que, como todos los demás del pueblo de Candelario , pertenecía a una de las tres dinastías: Peña, Rico y Bejarano, que monopolizaban de siglos atrás el surtido de la capital.

-No se trata de él, hijo mío (me contestó mi madre muy conmovida); se trata del pobre Godoy, del Príncipe de la...

-De las tinieblas (interrumpió mi padre bruscamente).

-¿Cómo, qué? (dije yo sobresaltado), del Príncipe de la Paz?

Y sin darme un momento de espera empecé a cantar:
«Viva, viva, vivaNuestro protector,De la infancia padre,De la patria honor,Y del institutoNoble creador».

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