Nuñez Losada "El Pintor de Candelario"

Biografía (continuación1)

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Francisco Núñez Losada (lo escribe nuevamente su hermano), es callado y analítico. Es también animoso y decidido. Por entonces, años de 1910, pasa a España una pasión que los ingleses desarrollaron en Europa y prendió en todos los países alpinos: el excursionismo y el montañismo. Tiene como punto de partida a Rousseau, y entre docenas de grandes escritores que describen la montaña, están Goethe, Shelley, Biron, Ruskin... Ticiano,natural de los Dolomitas, Había pintado los hermosos macizos de esta tierra de contrastes. Lo había hecho también Atdorfer como fondo de la batalla de Alejandro, y Durero mostrando en su autorretrato su admiración por las cumbres. Mas sobre todos estaba la admiración de Leonardo de Vinci, auténtico montañero, que es el primero en hacer magníficos "esquisses" sobre las cimas, no como fondo de sus cuadros sino como motivo fundamental de sus excursiones al valle del Arno y luego en las cumbres proximas a Milán. El mismo Poussin en el siglo XVI lo había hecho en su Polifemo. Y el gran Velázquez en sus maravillosos fondos guadarrameños, fondos que también atrajeron a Goya para algunos de sus cuadros costumbristas madrileños y sobre todo en "La Nevada".
En España, ya en el siglo XIX, el ejemplo en pintura de la naturaleza pura, lo había dado ese belga nacionalizado que se llamó Carlos Haes, muerto precisamente el mismo año que el salmantino nació y que había sido el alma de la Escuela de San Fernado en el que estudió después. Su cuadro mas espectacular, reflejaba precisamente la Liébana, en el que nuestro maestro encontraría el único amor de su vida y a la que se dedicaría con pasión total, pintando todos sus rincones y acabando por ser nombrado en ella "hijo predilecto".
Estas influencias operan sobre Nuñez Losada muy tempranamente y le llevan al abandono de la figura del paisaje, a la vez que anticipándose a la creación de sociedades de Montaña, comienza con sus hermanos , sus salidad al guadarrama y Gredos. En 1910 hacen los tres varones una excursión al Puerto de los Cotos, entonces unidos al Puerto de Navacerrada por un simple camino de carreteras. A él llevan una tienda de campaña procedente de la subasta del ejército.... y sus violines.
A los dos días de llegar se les une el famoso doctor Eduardo Alfonso, con casi cien años y en forma, como la televisión ha demostrado en algunos programas recientes. Este lleva consigo nada menos que un armonium. Los cuatro músicos interpretan en aquella soledad a Beethoven, Bach y Wagner, ante una audiencia de pastores y carboneros, que van acudiendo desde sus chozas proximas, desperdigados en los hatos, o desde las hogueras de pino que nutren de carbon los braseros de Madrid y de Segovia.

El montañismo, que va a nacer y del cual nuestro pintor es un precursor, es el que le induce con mas fuerza hacia la pintura del paisaje. Esas soledades nevadas o rebosantes de aguas puras que alimentan las llanuras, los vastos espacios incontaminados, los bosques solitarios en que los árboles caídos se consumen dando su savia  a su entorno, le atraen irresistiblemente. Ademas, constituyen un tipo de pintura nuevo, ideal para hombres animosos. Por esta vía caminará entusiasmado el de Candelario y este entusiasmo lo conservará hasta pocos meses antes de morir. Pero su sensibilidad no olvida los hermosos pueblos de nuestra geografía, el cielo preponderante de nuestras llanuras y las joyas de capitales como Salamanca, Toledo, Cuenca, Segovia, León, Avila, y tantas otras que pintó y que hoy señorean colecciones particulares y museos.

En 1909: la carrera del hombre de Candelario progresa a pasos agigantados. En este año se enfrenta a los más grandes pintores españoles, con 19 recién cumplidos. Presenta un cuadro nada convencional, valiente , rompedor y hasta puede decirse revolucionario. Se titula "Ecce Anima Mater" y su tema son dos mujeres ligadas a un yugo que un varón dirige. Es una protesta de la situación de la mujer en los medios rurales, que en ese tiempo lo forman el setenta por ciento de las españolas.
Ante la sorpresa general, aquel mozalbete gana la tercera medalla y obtiene votos para la segunda. Esta valiente toma de posición, le señala, ante una sociedad eminentemente agraria y excesivamente conservadora.
   Mas esa medalla, que habla de una promesa para nuestro arte, no le facilita otra cosa que aliento. Afortunadamente habita aún la casa familiar y sus necesidades están cubiertas. Pasan años de perfeccionamiento. Comienzan sus visitas a los macizos nacionales. Generalmente va acompañado de su hermano Abelardo, buén músico y fotógrafo, que persigue a su vez los paisajes.

En 1915 inicia sus viajes a los Picos de Europa y queda subyugado por ellos. Comprueba que los cuadros de Haes, que parecían fantasías, son puras y simples realidades. Que existían y existen esos tajos de ochocientos y mil metros, y las asombrosas verticalidades, que recordaban los dibujos de Doré. Para mayor fortuna, en su primer año de Picos, conoce a Concha de Celís, una estudiante de magisterio que cursaba sus estudios en Oviedo y había regresado en verano a su casa de Espinama. Bella, esbelta, buena y alegre, hechizó al pintor, aunque este no volvería a verla hasta 1917 en que Concha fue a Madrid para ampliar estudios.

En 1918 se casó con ella y al año les llegó su único hijo, hoy también pintor y catedrático, Francisco Núñez de Celís. (Madrid, 1919-1996). El matrimonio vive con los padres del pintor. Por ello en 1922 se hace los planos de una casa, que desarrolla en torno al estudio que su padre había construido para el unos años antes. Esta casa la hace con sus propias manos.

Continuará
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