Candelario Salamanca, por GARCIMAR


A Candelario lo miman los vientos serranos que, desde las cumbres, bajan a los llanos en busca del calor de la madre Tierra

Al sur de la provincia de Salamanca, entre verdes pinares y apretados bosques de castaños, Candelario aparece como recostado, en permanente siesta, sobre la falda de la Sierra, de modo tal que el sol lo acaricia  desde su nacimiento hasta el ocaso. A Candelario lo miman los vientos serranos que, desde las cumbres, bajan a los llanos en busca del calor de la madre Tierra; por eso sus inviernos son crudos, aunque límpidos, y los veranos, suaves y acariciadores. En Candelario, el agua, transparente y prístina, que desciende rauda por los ventisqueros, circula libre de ataduras por sus calles y llena sus fuentes. A Candelario lo jalonan casas de la mas bella arquitectura serrana, apretadas las unas a las otras, como sosteniendose entre ellas, pero carentes de chimeneas, porque en Candelario hasta el humo se aprovecha para curar la suculenta chacina, los sabrosos jamones, los ricos chorizos. A Candelario hay que venir no solo para verlo y admirarlo, si no para, a la vez, buscar entre sus calles el reposo, el sosiego y la paz que el hombre de nuestro tiempo anhela cada día.


Texto de GARCIMAR, impreso en el reverso de unos sobres editados por el Arca de Noe de Candelario Salamanca.
Gracias Carmen

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