EL BARRIO DE LOS PERROS



Del libro “Los judíos de Candelario “de Marciano de Hervás,
Por T. Aguilera Cano

El 6 de junio de 1391 como consecuencia de las proclamas de Ferrant Martínez, natural de Ecija, arcediano de la catedral de Sevilla, y tras la muerte del rey Juan I, el pueblo cristiano asalta la aljama de Sevilla y mata a cuatro mil judíos, pocos días después le toca el turno a Córdoba, extendiéndose por Castilla y Aragón. Esto hace que los supervivientes de las Aljamas y Juderías urbanas emigren hacia poblaciones rurales menos habitadas.
Diego López de Zúñiga, primer dignatario de la Villa y tierras de Béjar recibe del monarca Enrique III una serie de aldeas escasamente pobladas que precisa poblar con nuevos colonos. La villa de Béjar, cabecera del señorío, habita desde su reconquista a finales del siglo XII una comunidad hebrea que practica sin problemas la fe en la ley de Moisés. Esto unido a la Calzada Romana de la plata que une Sevilla y Gijón y alas favorables condiciones fiscales que oferta el dignatario bejarano a judíos y cristianos, facilita el asentamiento de de familias hebreas en las tierras del señorío de Béjar.
Es posible que la presencia judía en Candelario date de esta fecha coetánea de la de Hevás, albor del siglo XV y tributaría a la Aljama de Béjar como el resto de las comunidades judías de la Villa y tierra, ya que no consta tributación fiscal separada.
La primera noticia escrita que tenemos de la presencia judía en Candelario data del 1488, conservada en el Archivo Municipal. Se trata de una ordenanza del Concejo Municipal expedida por el dignatario Álvaro de Zúñiga. En el apartado 38 el señor de Béjar en un epígrafe titulado “Capítulos de los judíos” dice:
“Otro si, hordenamos y tenemos por bien que ningun vezino e vezina e apaniaguado no sea osado de comprar ni tratar con judio ni judia en domingo ni en Pascua ni dia de de Ihesuchisto son pena un real porques de seviçio de nuestro señor”
No se conocen los motivos por los cuales el señor de Béjar aconseja a los vecinos de Candelario que no traten negocios ni mantengan relaciones comerciales con la comunidad hebrea en el transcurso de Semana Santa y demás festividades religiosas, pues si bien esta ordenanza se inspira en el ordenamiento de Valladolid de enero de 1412, este solo restringe la venta de determinados alimentos. Algún acontecimiento ocurrió del que no tenemos constancia escrita para que estas restricciones se impusieran solo a los judíos de Candelario y no al resto de las comunidades del alfoz bejarano.
En los siglos XIV y XV los cristianos asientan sus viviendas conformando la plaza y las calles Cascajal, de la Hoya, Cantimplora, Corredera, Hospital, de la Plata, Iglesia y de la Hormiga.
A su llegada esta era la geografía que se encontraron los judíos de Candelario, lo que denominamos “Barrio de Arriba”.
La obligatoriedad para los judíos de vivir en un barrio cerrado y exclusivo es cosa tardía, antes de que esta llegara podían residir en el lugar que desearan aunque tenían tendencias a agruparse. No hay constancia de que los judíos de Candelario habitaran en una barriada o judería marginal, por lo que se puede creer que coexistían con los cristianos en el “barrio de Arriba”, aunque el geógrafo E. García Zarza y recogido por C. García Martínez ubica la judería en lo que hoy conocemos como “Barrio de los Perros”.
El 31 de marzo de 1492 un decreto de los Reyes Católicos ordena la expulsión de los judíos que no quisieran abandonar su religión y abrazar la cristiana.
Es de suponer que como en el resto de la península algunos eligieron el exilio y otros simularon su conversión al cristianismo y en secreto siguieron practicando su religión. No se conoce la identidad de de los exiliados, así como el destino de los bienes raíces abandonados, solo un requerimiento fechado el 23 de enero de 1495 de los contadores de los Zúñiga que instruyen un mandamiento dirigido a “Todos los vecinos desta villa de Béjar y de los lugares de Hervas y Candelario…” en el cual requiere al vecindario que de noticia obligada del paradero de los bienes raíces abandonados por los judíos expulsados y denuncien a sus actuales propietarios.
Entre el periodo transcurrido de 1619 y 1712 se utiliza con profusión el vocablo “perro” para motejar a los cristianos nuevos, es decir judíos conversos, sobre todo a raíz de la implantación de los estatutos de limpieza en Ayuntamientos y Cofradías que sirve para levantar barreras sociales y dificulta la integración de los conversos. Así el camino que une el antiguo barrio de la judería de Béjar con el puente de San Albín se le denomina “cuesta de los perros”.en este mismo contexto se debe contemplar el “El barrio de los perros” identificado con el “barrio de arriba” y mas concretamente con la calle Margarita Muñoz, donde habitaba un sector marginal de la población que no gozaba del crédito popular, quizás por ser descendientes de judíos.
L. Harguindey Muñoz, párroco de Candelario nos proporciona, posiblemente extraído de los Archivos Municipales, detalles sobre la identidad de los moradores del “barrio de los perros”: habitan una veintena de casas en mal estado de conservación y son rechazados por las cofradías del barrio de abajo acusándoles de falta de honradez o lo que es lo mismo: que adolecen de crédito cristianego. Los vecinos del barrio de arriba aplican el mismo rasero a los vecinos del barrio de abajo.
Entre el siglo XV y el XVII Candelario experimenta un notable incremento demográfico ampliándose su casco urbano hacia el noreste. Desde la calle corredera se descuelgan las calles Arrabal, Abajo, fuente chica, mayor, Palomas, Perales, Regadera del río, que conforman el “barrio de abajo”. Así pues Candelario en el siglo XVII esta fragmentado en dos distritos urbanos, el barrio de abajo y el barrio de arriba cuyos moradores no están en muy buena sintonía. Parece ser que los conflictos entre ambas barriadas provienen de la ambición política que dirimen los dos clanes o familias, los Mateos y los Rico, en su pretensión de controlar la vida municipal y las hermandades cofrades.
Consultando el Archivo Histórico de Salamanca del siglo XVIII y los libros eclesiales de la parroquia de la Asunción del siglo XVII se percibe que las dos familias antagonistas viven entremezcladas aunque hay una cierta tendencia generalizada en el clan de los Mateos, en franca minoría social a ocupar las calles del barrio de arribar, en tanto que la estirpe de los Rico, que duplican en número a sus oponentes, se extiende mayoritariamente por el barrio de abajo.
Las cofradías de Béjar, Hervás y Baños de Montemayor incorporan en el siglo XVI y XVII el estatuto de limpieza de sangre, para impedir el acceso de los descendientes de los judíos. Así vemos el 24 de mayo de 1618, según consta en el Archivo Parroquial de Baños: “….. y Bartolomé Martín, natural de Candelario de oficio tundidor pide la admisión en el cabildo de la Cofradía de Santa Ana de Baños”. La institución admite a tres vecinos pero a: …..Bartolomé Martín (le) dijeron que trajese información de Candelario por ser de alla sus avuelos”. La familia Martín de la puente adscrita al gremio de los Mateos Juan Martín de la puente, alcalde de Candelario en 1718 y Francisco Fraile, del bando de los Rico tienen pleitos pendientes.
Herencia del pasado es la división socio-política de Candelario en dos linajes enfrentados, de una parte los Rico, sector social mayoritario y de la otra los Mateos. Después de sucesivos incidentes en julio de 1753 según consta en los Archivos de Historia Nacional y Municipales de Candelario, El juez episcopal de Plasencia promueve una concordia entre los Mateos y los Rico, articulada en siete capítulos, según la cual los rico obtienen los cargos municipales y el control de las cofradías del Sacramento, Rosario, Dulce Nombre de Jesús, Benditas Animas, Misericordia, Santa Ana y la mayordomía de la iglesia parroquial durante dos años consecutivos y los Mateos le suceden el siguiente año. Así mismo ocho de los doce diputados que tiene el municipio se adjudican a los Rico y cuatro a los Mateos, mientras que cinco de las ocho varas del palio que resguarda al Sacramento el día del Corpus pertenecen al grupo de los Rico y tres a la de los Mateos, poniendo fin a las permanentes disensiones y enojosos pleitos sociales y políticos.
Otro de los datos que nos confirmaría la existencia de familias criptojudías después de la expulsión sería un acta de Tribunal de la Inquisición Llerense de 1588 contra los candelarienses Juan, criado de Pedro González y Picarcelo, procesados por los inquisidores extremeños por que según testigos reniegan de la religión cristiana: “Juan, criado de Pedro González, vezino de Candelario fue testificado con un testigo mujer que abria tres meses que oyo que se fue Berueria y renego (……)
Picarcelo renegado vezino que fue de Candelario fue testificado con cuatro testigos, los dos mujeres todos de oydas que abria tres años que auia ydo a Uerueria y avia renegado”.



Bibliografía:
“Los judíos de Candelario” de Marciano de Hervás
“Guía judía de España” de Juan G. Atienza
“Juderías y Sinagogas españolas” de José Luis Lacave
Vocabulario:
.- Aljama- Cuando una judería alcanzaba un estadio superior de organización recibía el nombre de Aljama. Esto quería decir que disponía de las instituciones necesarias para llevar una vida judía tales como sinagoga, rabino, cementerio, maiqwei (baño ritual) talmud torá (escuela religiosa) etc.
.- Judería- Barrio de las ciudades españolas medievales en que habitan los judíos.
.- Alfoz- En el siglo XI y XII el reino de Castilla ocupo las tierras situadas entre el Duero y el Tajo. Los reyes permitieron la libre ocupación de tierras por medio de concejos (comunidades de colonos) constituidos por vascones, francos, navarros y asturianos que se asentaban en un Alfoz, un poblado normalmente amurallado y se apropiaban de las tierras adyacentes. Muchos de ellos estaban situados cerca de castillos, buscando su protección en caso de un ataque musulmán.

Comentarios

Entradas populares