Hoya Moros, Descripción y Video desde el aire


Texto de Francisco Rico Sánchez. Del artículo "La Sierra de Candelario", publicado en "El Noticiero de Béjar"

El agostadero denominado Hoya Moros limita por el Norte con las Huyuelas, Este y Sur Collado de las Vacas, y Oeste dehesa boyal de Candelario: se compone de las porciones Hoya Moros, Hoya de la Cueva, Hoya del Tiñero, y de los regajos Majadillas y culebrilla; su territorio es escarpadísimo y el más accidentado de toda la sierra; ‘por dicho concepto es digno de visitarse con preferencia a todos los demás; su reseña, por lo tanto, será extensa, y los pormenores más minuciosos e interesantes.
Hoya Moros, propiamente dicho o sea la hoya de que recibe nombre este agostadero, sorprende y entusiasma por presentarse a la vista un espectáculo grandioso y sublime; las colosales rocas que yacen aglomeradas en completa confusión y desorden en las profundidades de enormes barrancos e inaccesibles abismos, son verídico y elocuente testimonio de los cataclismos y metamorfosis que ha experimentado el globo terráqueo desde su primitiva formación hasta el día; aquellos espacios repletos de peñas, parecen indicar que tal vez sean el resultado del desplome de alguna caverna subterránea de los primitivos tiempos, o desmoronamientos ocasionados por filtraciones continuadas, al verificarse el deshielo de enormes ventisqueros que en remotas épocas ocuparan superiores vertientes en flancos y risqueras de escarpados serruchos dejando al descubierto y socavadas aquellas pirámides graníticas, que, al faltarles el apoyo que les servía de base, se desequilibrarían, derrumbándose estrepitosa mente desde la altura.
Se manifiesta en Hoya Moros el muy escabroso Parral, llamado así por la multitud de canchales que existen acumulados; ala derecha los altísimos y escalonados riscos “Los Hermanitos”, gigantescas masas de granito que, cual soberbios chapiteles, elevan sus petrifica das crestas con arrogancia en el espacio; a la izquierda, y recostada con encantadora molicie sobre la pendiente de anchurosa ladera, descansa la magnífica pradera, entre cuyos diminutos céspedes juguetean rielando aguas purísimas y tersas cual el cristal; el frente le ocupa majestuosamente el “Torreón”, sobre grandes precipicios, brotando en su base, transparente y cristalino, Cuerpo de Hombre, río que da fomento a las industriosas poblaciones de Candelario y Béjar.
Con candenciosos murmurios, Cuerpo de Hombre se interna en el Parral, desapareciendo entre tanta escabrosidad, aprisionado por aquel túnel subroquizo, para volver a reaparecer y despeñarse rugiendo sobre Hoya de la Cueva.
Es Hoya de la Cueva sitio sumamente poético y pintoresco; forman sus costados grandes pendiente cubiertas de praderas, escobas, toixos y malezas; de frente escabrosidades, don de el río, saltando con furia de peña en peña, se desploma gimiendo, y deshecho en gruesos borbotones de espuma lo recibe una deliciosa pradera, en cuyo centro se aglomeran multitud de rocas peladas; sigue lentamente su curso el río serpenteando perezosamente, y a la terminación de la alfombra herbácea, sus aguas, tersas y tranquilas, parecen formar diminutos lagos, para después deslizarse con extraordinaria rapidez al través de extensas lanchas, formando caprichosas cascadas; bullicioso y juguetón desciende Cuerpo de Hombre por pavimentos roquizos para salvar a saltos las asperezas que separan Hoya de la cueva de Hoya del Tiñero, vertiendo su aguas para que fertilicen y rieguen tan encantadora hoya, toda esmaltada de pradera y circunvalada de montañas.

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